No dejemos ir la fuerza que de improviso asoma,
cubrámosla de rutina y de quehaceres cotidianos,
terrenos donde el humano cultiva sus aficiones.
Démonos a las canciones y al derroche de ilusión.
Un día tal vez los colores saltarán del prisma extasiado,
pues de haber encontrado por azar nuevos matices,
irrumpe en las narices y hace de los tonos aromas,
para hacer de un azul dulzura y del rojo acidez benigna.
Juntemos puntas, costados y alas,
vamos de paseo a las cartas y robemos unas cuántas letras.
No como el pez sin aletas, ni como una pose mala.
Y es que la oveja bala y el gato adentro maúlla,
serán tuyas las blancas dudas y la esperanza borrosa,
una y otras amarradas con un lazo de esto que soy.