Nunca antes una película colombiana me había generado tal expectativa. Desde que vi el trailer oficial que nos mostraron como sorpresa en una proyección en el Teatro Lido hace un par de meses, estuve esperando el estreno de Los Viajes del Viento. Al fin, cuando llegó el día, pude comprobar que no era gratuita la espera. He visto el largometraje y puedo decir que me he quedado atrapado en los vientos de este viaje.
La referencia al viento, manifiesta en el tratamiento que requiere el sonido para un producto de este tipo, es permanente a lo largo del filme. Zumba y revuelca las ideas, la razón misma y, cosa natural, la sensibilidad. La arena del desierto, las plantas del cultivo, los mitos de la sierra, las notas de un lamento vallenato, todos viajan en el viento. Todos zumban sin descanso acompañando el recorrido, y para tener el mejor registro de tal movimiento, el equipo que ha creado esta obra se habrá tenido que entregar al sueño de estampar aquí¬ su huella.
Hace poco se me despertó el afán de hacer cine, de trabajar en cine, de pasar de sólo ver películas a hacer más. Gracias a que entre mis amigos hay un montón de locos que creen en el sueño audiovisual, cada vez lo veo más cerca. Un par de proyectos de esos que se mueven en lo inthependiente, y la ilusión de estar escribiendo mi primer guión para un largometraje, hacen que la experiencia de ver esta segunda película de Ciro Guerra me llene de esperanza y me recargue las pilas; con el viento mismo, y con mis sueños de brújula, me invitan a seguir viajando.
Hablo de lo que debe significar estar un período de tiempo recorriendo terrenos cargados de esa realidad que creemos que le pertenece a la magia, al mito. Hablo de recorrer estos terrenos soportando el clima del día con una carga de equipos al hombro y todas las expectativas en la cabeza y en cartas de intención. Hablo de lo que debe significar ver un producto de tal calidad terminado y hablándole al mundo con toda honestidad, sin lentejuelas ni canutillos. Historia, paisajes, lenguas, personajes y demás, como los que se exponen aquí¬, no se ven todos los días en nuestro entorno; o mejor, no las vemos en el cine, pero a diario nos las cuenta el viento mismo.
Creo que será esta una película para odios y amores profundos. Como espectador te pide echar mano del potencial espíritu contemplativo que hay en todos nosotros; quien vaya en busca del rollo con chiste fácil o traquetos y tetas infladas, puede quedar decepcionado; pero si sos capaz de abrir los ojos y el resto del ser para quedar un rato a la merced del viento, el viaje te llevará de visita por lugares que parecieran salidos de otro mundo, pero no, todos y cada uno son Colombia y sus olvidos.
Por esto, mi revuelta sensibilidad y yo, recomendamos ver Los viajes del viento